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Lo que hace que una persona finalmente tomar la decisión de buscar ayuda psicológica suele ser la saturación de sufrimiento. Es decir, llevar demasiado tiempo aguantando el dolor, la incertidumbre, el cansancio, los dolores físicos, el insomnio… Hasta decidir un día que ya es suficiente. Aguantamos por miedo, por culpa, por falta de herramientas, o por desconocimiento, pero siempre ocurre algo que nos hace tomar la valiente decisión de pedir ayuda. He dividio en 4 categorías los motivos más comunes que hacen a una persona tomar esta decisión.

Ansiedad y estrés

Vivimos en un contexto social que premia y alienta la productividad, lo inmediato, la falta de tiempo. Sin embargo nuestro sistema no está diseñado para una demanda tan alta. Ahí es donde aparece normalmente el estrés y la ansiedad, en la desconexión de nuestras necesidades reales.

Tristeza y apatía

A veces el cansancio, la mente en automático, las emociones no gestionadas, las situaciones cotidianas sin resolver, pueden acumularse y terminar desembocando en un estado de apatía y tristeza que aumenta al no comprender el por qué.

Problemas en relaciones

El cómo nos relacionamos con los demás está totalmente relacionado con nuestra infancia. Cuando nos abrimos a sentir, nos abrimos también a las heridas de infancia y sus máscaras. Por eso, para trabajar el afecto hay que preguntarse cómo nos quisieron.

Crisis vitales

Las crisis vitales son parte de la vida, pero no por ello más fáciles de gestionar, todas las personas pasamos por crisis. La diferencia entre una crisis que bloquea totalmente nuestra vida y una crisis transitoria, es el cómo la gestionamos.